Algo curioso dentro de los panoramas dinámicos del género fantástico es la percepción sombría expuesta en la actualidad, con respecto a la fantasía y la ciencia ficción, que tiende a un entorno grimdark, a una distopía, alejándose, en muchas ocasiones, de otros recursos literarios que pueden ser mucho más interesantes, permitiendo exponer temas similares, pero con una rica sátira como mecanismo de expresión. En la revista Windumanoth realizaron un artículo centrado en esta curiosa y singular combinación entre la ficción especulativa y el humor que han practicado múltiples escritores a lo largo de los años, véase Fredric Brown, Terry Pratchett o Pilar Pedraza, por poner algunos ejemplos.
Negorith arranca con una trama tópica: una joven es secuestrada, al parecer, por unas entidades sombrías y será precisa la ayuda de unos expertos en la materia —retroalimentando la figura del investigador de lo oculto. Así se presenta un dúo simbólico, un hombre entrado en años (con una singular maleta) y un chico sin brazo. Tras este arranque, se planteará un monomito orientado a la joven conocida como Gris. Pero esto no es verdaderamente lo importante de la novela., porque Ledesma construye un rompecabezas literario donde va reflejando un worldbuilding progresivo y dinámico en el que están involucrados ángeles y demonios, además de otra serie de aberraciones. Todas estas facciones exponen una serie de intereses propios que se entremezclan en pactos y conspiraciones para conseguir beneficios variados: desde el control de la Tierra y la ciudad donde se plantea la trama, hasta la inmortalidad o el acceso al Reino de Dios. Y, en todo ello, se habla de una llave, un elemento o persona que puede cambiar la balanza de los poderes expuestos en la mesa. Y esa fuerza dictaminante se conoce como Negorith. Todo lo anterior es expuesto en diferentes líneas argumentales que van confluyendo de forma limpia, suave y para nada abrupta, a través de una prosa efectiva que te engancha y mantiene alerta y que es una de las cosas más disfrutables de esta novela: las vueltas de tuerca que, recurrentemente, genera el autor, haciendo que los pensamientos de los lectores se desvanezcan para dar lugar a un nuevo corte narrativo.
Pese al reflejo de una aventura épica, de gran trascendencia en múltiples facetas, Ledesma no pretende ir más allá. Desea que el lector disfrute con una narración de corte fantástica donde lo superior quiebra las leyes naturales para mostrar una guerra preternatural, pasando de un producto juvenil a una novela adulta y a una narración de terror ontológico. Igualmente, esta nueva edición de Negorith, de la mano de Ediciones El Transbordador, en un formato cuidado y con portada de , incluye un relato inédito del autor (La Caída), que aunque no es una historia potente para que funcione independientemente, sí es interesante para enriquecer el trasfondo planteado en toda la obra, lo que lo hace un añadido más que atractivo, al igual que las notas de carácter enciclopédico que funcionan como bestiario, elemento que, nuevamente, consolida el mundo forjado por Ledesma y hace reflexionar de si hay una intención de elaborar una nueva obra larga en dicho universo literario. A pesar de todas estas herramientas, hay algunos planteamientos vagos que expone el escritor y que sirven como excusa para que toda esta epopeya acontezca ante las calles de una ciudad, donde residen y conviven miles de personas. No es que esto sea algo malo, pero dicha idea pierde fuerza, aunque se entiende la necesidad que requiere dar, por lo menos, alguna explicación que permita hibridar dichas guerras de poder celestial a nivel mundano. Pese a ello, Ledesma recurre a personajes fuertes, definidos, que sostienen una larga narración que hace reflexionar, disgregando el maniqueísmo, la dicotomía entre el bien puro y la eterna maldad.
Por todo ello, Negorith se convierte en una historia de amargura, esperanza, desasosiego, locura y guerras celestiales. Una obra que bebe de los clásicos del fantástico y que se reinventa conforme progresa. Un descenso irremediable, a través de la sutileza de su prosa, a una fantasía macabra y satírica.
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