En 2020 descubrimos a un autor que ya empezó a mostrarse como un claro fabulante tiempo atrás: Pablo Loperena. En 2018, la editorial Sportula publicó Ciudad nómada y otros relatos, volumen coordinado por Mariano Villarreal como un compendio que recogía grandes y singulares joyas literarias, véase Seven Birthdays, de Ken Liu, After the Apocalypse, de Maureen F. McHugh o Blue, de Víctor Selles. Y entre todas esas narraciones, se encontraba un germen, una semilla de algo mucho más grande y que ya encandiló a M. Villarreal: Ciudad nómada, rebaño miseria, de Pablo Loperena, una novela corta que ya se hizo con el título a mejor producción literaria en el Certamen Alberto Magno de Ciencia Ficción del año 2016. En 2017, un extraño escritor de apellido Loperena publicó el folletín Piel de silicio bajo el amparo de Pulpture Ediciones, en el que se planteaba la historia de cómo un joven, tras sufrir un accidente casi mortal, abre sus ojos a una realidad mucho más profunda, observando comportamientos extraños de personas de su alrededor. En muchos sentidos, ahonda en el concepto de los trastornos psicóticos y la corriente antipsiquiátrica, quién está loco y quién cuerdo.
Retornando al 2019 publicó otro relato suyo (El mañana no debe llegar) en las páginas de la revista Preternatural. Loperena se había tirado a la piscina, pero ahora había que verlo en la brazada larga, y esto llegaría el año pasado con la publicación de su novela Ciudad nómada, rebaño miseria de la mano de Insólita Editorial, una clara puesta de intenciones por parte del autor, mostrando un mundo altamente imaginativo y creativo, el cual ha encandilado a múltiples lectores a lo largo de estos meses.
El rebaño miseria del que he hablado antes representa la escoria inmunda que se haya en el exterior de las ciudades, desplazándose detrás de estas y empleando los residuos que dejan los habitantes de las titánicas estructuras móviles. El primer tercio del libro está destinado a profundizar en los valores, creencias, actitudes y costumbres de los miembros de los diversos clanes que configuran ese rebaño humano, y que, a pesar de mostrarse dos comunidades humanas antagónicas, creo, no, afirmo que el autor buscaba gestar una idea apolónica/dionisiaca en relación a estas variopintas sociedades. Como si de un espejo se tratase, la novela representa lo bueno y lo malo de cada sociedad para, en definitiva, mostrar que todo es lo mismo, que la figura de Apolo está corrompida y que el vino de Dionisio no es tan nefasto, a pesar de ser lo que es: una droga. Pero ahí surge la reflexión, ¿esta es buena o mala? A pesar de esa descripción de mundo apasionante, pero que llega a ser cargante en muchos intervalos de la novela, esta va ganando cierta ligereza que deriva en un final apoteósico, que mantiene en vilo al lector y que le recuerda que ha merecido la pena caminar a través de esa contraposición de sistemas de organización social, de esa amplia gama de neologismos empleados por el autor, y de descripciones engorrosas para, finalmente, reflexionar acerca de todo lo leído y conectarlo con un final abierto que agradará a todos los lectores que amen la literatura salida de las manos de autores como Philip K. Dick, Roger Zelazny o Samuel R. Delany.
En definitiva, Ciudad nómada, rebaño miseria es una colmena de historias narradas por personajes como Salvaje, Diantre, Nat o Bo; algunas historias son de venganza, odio, resentimiento; otras de angustia, esperanza y amor, las cuales confluyen en una historia mayor, una historia donde la sociedad humana se corrompe, independientemente de que se encuentre dentro o fuera de una organización social más o menos estructurada, porque la naturaleza, a pesar de ser domesticada, finalmente se desarmoniza. Una obra con sus dificultades y complejidades, pero imperdible para los amantes de las cuestiones utópicas/distópicas, de la mano de una de las voces nacientes del actual panorama de la ficción prospectiva española.
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