viernes, 18 de enero de 2019

Entrevista con Pilar Pedraza: Susurrando a los espectros...


Partiendo de que todos nuestros entrevistados son extremadamente valiosos, y de que reúnen, para Círculo de Lovecraft, un interés especial por ser denodados y laboriosos “fabulantes” de maravillosas historias circunscritas al ámbito literario que nos ocupa—, he de apuntar que, a nivel personal y durante mi corta trayectoria como escritora, siempre he tomado como punto de referencia —a la hora de crear, si no miedo, al menos cierta “intriga desasosegante”— a la gran autora española de terror, Pilar Pedraza. Y aunque Pilar no necesita de presentaciones, apuntaremos que, además de su faceta como escritora, ha impartido clases de “Historia del cine”, “Cine clásico” y “Cine y Vanguardias” en la Universidad de Valencia desde 1982. 

Reciente Premio Gabriel (2018) por toda una vida dedicada a la literatura —trayectoria que inició en la década de los 80 con su obra Las Joyas de la Serpiente, Premio Ciudad de Valencia y de la Crítica, 1984—, cuenta en su haber con más de dieciocho obras narrativas, entre las que se halla su último libro, Pánikas (Ediciones El Transbordador), que se publicará a finales de este mes de enero y al que nos referiremos a lo largo de esta entrevista; también, ha participado en numerosas antologías de VV. AA. como La Maldición de la Momia. Relatos de Horror sobre el antiguo Egipto u Onírica o Hijos de Iquelo (entre otros), y es igualmente destacable su faceta como traductora y como estudiosa de las artes audiovisuales, con obras como Espectra. Descenso a las criptas de la literatura y el cine, que le valió un Premio Ignotus (2005) en la categoría de Ensayo, o Jean Cocteau. El gran ilusionista

Pilar, antes de nada, agradecerte la deferencia que has tenido con nosotr@s, y reiterarte el placer que supone para el “Círculo”—y en particular, para mí— el que hayas accedido a este “encuentro” literario. Vamos con las preguntas: 

A. M. (Amparo Montejano) - Nos encantaría que nos hablases de tus impresiones acerca del “estado de salud” en el que consideras que se encuentra la literatura de género fantástico en nuestro país, en el que sabemos existe una cierta aversión hacia esta clase de tipología literaria, que se aleja, en cierta forma, del gusto de un público más acostumbrado a un género realista/costumbrista. 

Pilar Pedraza - En primer lugar, gracias a vosotros por vuestra invitación. Me gusta que me hagas esta pregunta porque tengo una respuesta clara y fundacional para toda la entrevista: no tengo ni idea. Salvo unos cuantos amigos, no conozco ni desconozco la fauna y la flora de los géneros. El “mundillo” literario y demás me son totalmente ajenos. Yo escribo lo que quiero sin mirar hacia los lados, sólo hacia atrás -a los clásicos-, y al interior de mi mente. Leo todo lo que se pone a mi alcance, hasta los prospectos de las aspirinas, y no distingo los géneros, sólo lo mediocre y lo excelente. Pero una cosa te diré: no creo que actualmente le guste más al público lector el realismo o el costumbrismo que lo fantástico, lo surrealista o lo onírico. Ese es un tópico virulento y canceroso, del que debemos huir como de la peste. Cada género tiene su público. Lo cierto es que muchos jóvenes y mayores que nos hemos educado leyendo en trastiendas, nos sentimos formando parte de un goticismo, por así decir, militante, que cuenta con un patrimonio valioso y abundante en la literatura y en las artes audiovisuales. 

A. M. - ¿Qué fuentes literarias o cuáles fueron los maestros que influyeron profundamente en la psique de la “Pilar escritora”, para que la hicieran decantarse por la vertiente creativa del terror, y no, por ejemplo, por la de la fantasía o la ciencia ficción? 

Pilar Pedraza - De la ciencia ficción solo me gustan los supermaestros, es decir, Asimov, Lem o Ballard. Soy incapaz de soportar la fantasciencia de baja intensidad. En cuanto al género fantástico como tal, no creo demasiado en él, aunque sí en la literatura inquietante que juega con la realidad y su doble. No soy consciente de escribir “terror”. Me ha gustado desde que era adolescente la literatura siniestra, empezando por la Metamorfosis de Kafka, que leí a los catorce años y me deslumbró. Soy amante del realismo francés y ruso del siglo XIX, del expresionismo alemán y de la literatura de las vanguardias de entreguerras. Lo importante no es el género de literatura que a una le guste, sino si le gusta la literatura, si goza leyendo, si cree en la importancia de la cultura como elemento de la felicidad. Lo demás es nomenclatura inventada por la crítica y los medios. 

 Ilustración realizada por Salvador Dalí. Ilustración para S. C. Johnson & Co. (1941)

A. M. - Si hay algo que define tu estilo (corrígeme si me equivoco), es la capacidad magistral que tienes de entretejer un lenguaje culterano, arquitectónico y regio, con acerados vulgarismos que suelen dejarnos un tanto en shock, porque no te los esperas. ¿Es esta marcada dicotomía estilística un recurso más, o es más bien una manera de acercar el indecible horror a lo más cotidiano? 

Pilar Pedraza - Ambas cosas, creo. Y añadiría que el secreto está en la visión humorística y despegada del mundo y de los tópicos. Además, hay que leer mucho, como es mi caso personal e intransferible, a Sade, a Flaubert, a Zola, a Colette, a Valle Inclán, y sobre todo a Ovidio, si se quiere disfrutar escribiendo a la sombra de estos gigantes del estilo -u otros, cada uno los suyos-. No creo que haya fórmulas para producir determinadas emociones en el lector y en una misma. Los materiales se van cociendo ellos solos en el crisol de la mente y salen como salen: oro o heces, como diría Jodorowsky. El secreto está en juntarlos y darles forma sin descartar la materia inmunda en beneficio de la luminosa. Lo literaria y políticamente incorrecto bien llevado da unos frutos muy jugosos. 

A. M. - En relación con la pregunta anterior, las tramas argumentales que definen gran parte de tus obras suelen mezclar los mitos o leyendas terroríficos clásicos, con una sorpresiva y desconcertante conmoción, producida —las más de las veces— por un miedo ontológico, por un terror ominoso que acecha y del que no es posible zafarse. ¿Eres consciente de que este complejo y singular terror que has gestado, no es apto para mayorías? Y si, como suponemos, es una premisa de autenticidad personal, cuéntanos: ¿qué se siente cuando es la propia voluntad del escritor (que no el gusto populista del momento) el que se impone por sobre modas, modos y convencionalismos de cualquier tipo? ¿Es ello lo que hace que un “libro cualquiera” pueda transformarse en una auténtica obra de arte? 

Pilar Pedraza - No considero mis obras especialmente terroríficas, aunque sí sarcásticas y algo lúgubres. Adoro la poética de cementerio y el mundo espectral. Lo que escribo es apto para mayorías, lo que pasa es que mucha gente es perezosa y no lee. No leen al Conde de Lautréamont, que da mucho miedo, pero tampoco a Rómulo Gallegos, el gran costumbrista venezolano. Ellos se lo pierden, pero están en su derecho a pasar el tiempo como consideren conveniente. Creo que no hay que ser puritano ni talibán en esto ni en nada. Cada uno que escriba y lea lo que le apetezca, sea o no terrorífico/fantástico/interestelar; pero sin perder de vista que, haga lo que haga, quien manda es el mercado, y si quiere salir de él tendrá que ser a machetazos con el sistema o retirándose del mundo literario y otras vanidades, como los cínicos antiguos. Yo me siento bien haciendo lo que quiero, gracias al apoyo de las editoriales con las que tengo la suerte de moverme. Me entiendo divinamente con ellas porque me dejan libre de gestionar mis invenciones a mi aire, sin seguir modas o movimientos. Mis lectores son mi amor; escribo para mí, es decir, para ellos. Además, no me considero una “escritora” sino un individuo que ama la literatura y la necesita para ser feliz. 

Ilustración de Santiago Caruso para el volumen Los Cantos de Maldoror (Conde de Lautréamont), 
editado por Valdemar

A. M. - Digamos que, y de manera genérica, en tus obras gustas de introducir el personaje de una pobre niña; niña de apariencia sutil y candorosa, pero, que suele enmascarar —en lo más hondo de sus entrañas— un profundo secreto, y un execrable y desconcertante mal que es casi lo que la hace mantenerse viva. Me viene a la memoria, por ejemplo, el personaje de “Mater Tenebrarum” de Arcano Trece, y que luego Valdemar volvió a reeditar en 2014 con Felices Pesadillas. Pues bien, ¿qué hay de la autora en esta tipología de personajes? Y lo más importante, ¿pretendes, con estas contradicciones tan marcadas, mostrar que tras la aparente belleza y fragilidad se oculta el dolor, la malignidad y locura? 

Pilar Pedraza - Mis personajes no tienen nada que ver conmigo. Nacen de un embrión ocasional y crecen en el texto bajo mi vigilancia, pero tienen su propio desarrollo: el que piden las palabras. Esa niña mala, que tan acertadamente señalas, existe, sin duda, en mi obra, pero también pululan en ella muchachos fascinantes como el Pavel de El síndrome de Ambras, el resucitado de Las novias inmóviles o el Bárbaro de La perra de Alejandría. Hay también hechiceras, zombis, vampiros, animales, espectros, dioses, muchos dioses… Casi todos mis personajes son complejos conglomerados de bondad y belleza, de tinieblas, sombras y luces. Pero no pretendo nada con ello, no es una decisión ni una premisa ontológica, ni tiene que ver con una intención que se deje racionalizar mediante la contraposición bueno/malo o blanco/negro. Si así fuera, menudo rollo… El reto reside, como en toda creación genuina, en producir mundos con sus propias reglas, en total libertad. Por mi parte, no analizo la sociedad ni la realidad, ni hago ver las dos caras de una moneda, no hago crítica de la metrópolis contrapuesta al Olimpo. Me limito a bucear, a veces muy hondo, en aguas que son solo mías y de mis fuentes, y a crear visiones y acontecimientos extraños, epifánicos, para salir yo misma del mundo real y sacar de él a mis lectores. Otra cosa es que lo consiga, je, je. 

 Portadas de varias obras de Pilar Pedraza

A. M. - Esta pregunta resulta a colación de la anterior —por aquello de lo que en un primer momento puede resultarnos un “choque de trenes”—, y es la más o menos temática constante de tus ensayos; en ellos, sueles abordar el papel sorpresivo y relevante que, para y dentro de la sociedad, tiene la mujer “distinta”; la mujer que se rebela contra lo establecido, la “Femme Fatale” tiránica que seduce y condena al mismo tiempo (La bella, enigma y pesadilla, 1991;La mujer pantera, 2002; Espectra. Descenso a las criptas de la literatura y el cine, 2004, etc.). Pues bien —y sin que sea, a priori, mi intención la de hacer apología de género—, ¿crees que el hecho de que, a lo largo de la historia, a la mujer “diferente” y librepensadora se la persiga y se la trate de encasillar en ese acuñado concepto patriarcal de ser el “sexo débil”, es simplemente una cuestión de miedo a sus inesperadas e incontables capacidades? 

Pilar Pedraza - La femme fatale y la vagina dentata son invenciones masculinas. Sin duda en las civilizaciones patriarcales hay pánico hacia la superioridad de la mujer, que puede ser reproductora pero también productora. Se la rebaja y oprime porque se la teme. Ella es capaz de tener hijos, de escribir libros, de ir a la guerra, de ser patriota, de subir al cadalso cuando hace falta con la misma prestancia de los héroes. Castrando sus capacidades más allá de la maternidad y del cuidado de la familia, se las tiene dominadas. No se le concede igualdad porque se la considera peligrosa. Se las tiene por un hombre incompleto (Aristóteles). Pero ¿de qué carece? De fuerza física, de inteligencia para gestionar el mundo dice la Ilustración. Del falo dice el psicoanálisis. Su lugar natural es la domus, no el ágora ni la palestra. En mis ensayos, y en general en todo lo que escribo, mi intención ha sido siempre indagar la construcción de la mujer por la sociedad patriarcal, y quien dice de la mujer, dice de la imagen femenina, del rol de género tal como se traduce o se genera en las artes. Como persona real e individual, soy feminista socialista, y mi personal lucha política se decanta por la igualdad y por el trabajo hombro con hombro con los varones. Pero cuando escribo no estoy –o no creo estar- impregnada por mi género, sino por la cultura, que es de todos y de todas. La Cultura es sagrada. Hay que colonizar el imaginario patriarcal sin destruirlo. Hay mujeres y hombres que no entienden algo tan sencillo como la igualdad, el respeto hacia la diferencia, la fraternidad. Yo buceo en la diferencia para ver qué hay de aprovechable en los géneros, algo que proporcione al fin una cultura inteligente y cooperativa. 

 Pintura realizada por Luis Ricardo Falero. La fiesta de las brujas, Óleo sobre lienzo (1880)

A. M. - Centrémonos ahora en tu última novela, Pánikas, que está a punto de ver la luz (en concreto, el 23 de enero) y que has editado con Ediciones El Transbordador. Pilar, ¿qué vamos a encontrarnos en ella? 

Pilar Pedraza - Ni yo misma lo sé, porque hasta que no leo el libro editado, no me entero muy bien de lo que he hecho, aunque lo haya repasado mil veces. En esta ocasión me perturba un poco haber escrito algo demasiado loco. Es como la autopsia de un personaje femenino, pero no de su cuerpo como artefacto reproductor, sino de su cerebro, que es donde radican el deseo y los terrores. No hay en él terrores físicos, ni una pizca de “gore”. No es de género. Puede que con él pierda a algunos lectores, como si les sirviera un banquete de carne cruda, pero asumo la responsabilidad de que resulte un poco más extraño de aquello a lo que están acostumbrados; pero comprenderán lo que he querido hacer. 

A. M. - De Pánikas sabemos —por la sinopsis— que has entretejido el hálito actual y contemporáneo de una sociedad moderna y computerizada, con la atmósfera mistérica del mundo clásico, en el que lo sacro se reviste del mágico y atávico paganismo esotérico que yace olvidado en lo más profundo de nuestras conciencias. Y con esto, a mí se me ocurre pensaren lo siguiente: ¿es ésta tu particular manera de recordarnos todo el daño que, en términos generales, el concepto de “un dios único” ha traído a nuestra especie? ¿Nos adviertes, o muestras, el hecho de que vivimos en un mundo antinatural y desfasado, en el que el ser humano ha rehuido y olvidado sus verdaderos orígenes y aquello que es relevante para su existencia? 

Pilar Pedraza.- Pánikas es en realidad un experimento literario y un juguete personal. No contrapone mundos, los acerca y los acepta. Me he divertido muchísimo escribiendo el libro, y no he renunciado en él a los enigmas del deseo y a las paradojas de una cultura que es la mía. Su prólogo, de mi amigo Luis Pérez Ochando, que conoce mi obra mejor que nadie, es un buen instrumento para que el lector sepa de qué demonios se habla a lo largo de sus 150 páginas y de dónde ha salido semejante alucinación. 

A. M. - Y, para terminar, Pilar, ¿podrías adelantarnos algún que otro proyecto literario en el que te encuentres inmersa? 

Pilar Pedraza - En varios, pero no puedo decir nada al respecto, únicamente que me siento llena de “animus narrandi” y que servirán espero para que los hombres y las mujeres nos conozcamos mejor y nos amemos más. Te diré únicamente y sólo a ti, Amparo, como primicia absoluta, el título definitivo del libro que seguirá a Pánikas: Eros ha muerto. Relatos impíos. Se le pueden aplicar muchas de las cuestiones que tú misma has formulado en tu interesante entrevista, pero habrá que esperar. 

A. M. - Nuevamente agradecerte la amabilidad con la que nos has tratado, y la deferencia que has tenido —con el “Círculo” y conmigo— al dedicar tu preciado tiempo para con esta entrevista. Desearte, aunque no lo necesitas, toda, toda la suerte del mundo con tu nuevo libro, y decirte, querida Pilar, que en “Círculo de Lovecraft” tienes tu casa para lo que gustes. Un placer, y un honor. 

Pilar Pedraza - Gracias, por mi parte, amigos, ha sido una auténtica gozada.

 Pintura realizada por James Tissot. Las damas de los carros (1885)

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