Por Amparo Montejano
Apenas leídas unas cuantas líneas y…, fueron más que suficientes para convencerme de que atesoraba entre las manos una obra, «Hija vieja» (Valhalla Ediciones), henchida con un «don» de profundidad inenarrable. Cierto es que sabía de las lindezas de la prosa de su autor, Javier Sachez; de su maestría y dominio en el arte literario, mas esta servidora siempre desconfía («A más años, más desengaños»), diluyéndose mi escasa prudencia entre las nubes de polvo que levantan las cabriolas de muchos de los danzarines de las letras. Empero, como la rectificación emocional me parece crucial a la hora de abordar la construcción holística del ser humano, necesaria para apreciar «el don de lo maravilloso», para develar esa percepción (única, increíble) que nos arrebata cundo nos sentimos espectadores privilegiados en la contemplación (en este caso, lectora) de una obra que embriaga y arropa por su profundo lirismo; es por ello que, he de decir (decirte, mi querido Javier), que ha sido todo un honor y un verdadero privilegio disfrutar de este maravilla «neo-añeja» que profundiza (tan bien) en la historia de una cultura amable con ( y de) lo femenino.
Javier Sachez, autor de «Hija vieja» |
El personaje emprende un «viaje de heroína» al pueblo que fue (aún es) de Encarnación, de todas las Encarnaciones no disciplinadas-subordinadas al parecer patriarcal (in iudicio et actu) descubriendo la terrible realidad: somos vástagos de una cultura que se remonta a más de 5000 años, cimentada en el ultraje y la violencia contra lo femenino. El sudario de Penélope sigue tejiéndose cuando, por azar inducido (que no precipitado), encuentra la ancestral reliquia mágica y decide hacerse con ella. A partir de aquí, ese arquetipo de mujer sumisa y abnegada con (de) su realidad (me pregunto si Sachez puso a nuestra protagonista ese nombre por mera casualidad) se enfrentará a su antagonista personificada (liberada) en la figura de Eugenia («de buen linaje, de casta noble»…, no, definitivamente los nombres de los personajes no responden al azar), acólita de «la actual» Encarnación, hija no natural de ésta, hija en el sentir y el pensar, futura heredera «encarnada» en el arte de la sabiduría ancestral: vida y muerte en la Gran Madre protectora, dadora de paz y quietud.
Al respecto del estilo de Sachez apuntaré que es lírico, metódico y «limpio»: una prosa que acompaña al acto, un acto hilado al adjetivo preciso, una precisión que arrebata los sentidos. Sachez nos induce (magistralmente) a caer en ese terreno mágico de un realismo sobrenatural que sincopa la ternura con el patetismo de la crueldad humana.
Finalizaré mi crítica argumentando lo siguiente: «Hija vieja» es un alegato enmascarado (en forma de novela) acerca del poder de las mujeres, acerca de lo divino femenino que, en forma de matriarcado, ha sido demonizado, injuriado y ultrajado por una sociedad donde la masculinidad (mal entendida) fue impuesta a golpes. Donde la «rebelión antidiosa» ha marcado la historia del mundo que conocemos. ¿Cuántas «brujas» han sido quemadas en las hogueras que se prenden a base de cólera y vanidad? ¿Cuántas más se quemarán (la última, que sepamos, se llamaba Mahsa)? Es esta increíble novela de mi querido Sachez un maravilloso canto a todas las heroínas femeninas que fueron, que son, que serán. Una historia de sabiduría y vida, de brujas. Una historia de diosas.
Lo he leído y conciso contigo. Es un gran libro y muy bien editado. Un abrazo.
ResponderEliminarMagistral novela, digna de un magistral escritor como SACHEZ.
ResponderEliminarLeí esta novelaza y me encantó. Hay libros poco conocidos que merecen tanto la pena como Hija Vieja que da pena que no tengan tanta publicidad o que no lleguen más los lectores.
ResponderEliminarUn abrazo,