martes, 12 de junio de 2018

Peste - Esteban Villalobos



Bzzzz bzzzz
Maldita avispa cada noche es más fuerte su zumbido pensé, parecía como si una enorme avispa estuviera en el cuarto y no pudiera verla, solo sentía su presencia y escuchaba su zumbido.

Abrí los ojos, esperando poder ver al maldito insecto, pero lo que sucedió a continuación fue aterrador. Comencé a sentir una opresión en el pecho que poco a poco me iba asfixiando y quitando el aliento, de repente empecé a sudar frío y mi corazón palpitaba con tal fuerza, que pensé que iba a tener un ataque y pronto moriría. 

Aquel zumbido era increíblemente molesto, sentía como si aquella avispa gigante estuviera posada en mi pecho, agitando sus enormes alas, sentía como me oprimía y me costaba cada vez más respirar, me estaba asfixiando…

Me di cuenta que además no me podía mover, me encontraba paralizado, solo mis ojos podían responder, empecé a cuestionarme... ¿estaré muriendo?, ¿me estaré volviendo loco? Me preguntaba muchas de esas cosas, mientras sentía la opresión y el zumbido de aquel ser invisible e inmenso sobre mi pecho. 

De pronto, se fue materializando, poco a poco empecé a ver como una fantasmagórica silueta iba tomando forma y podía ver todo su cuerpo, una maldita avispa, un insecto gigante, con un enorme abdomen, el cual estaba muy abultado y tenía un color negro con partes diáfanas, las cuales dejaban ver un líquido verde brillante y espeso que se movía en su interior, generó en una instantánea repulsión.  A su delgada cintura le seguía un pequeño tórax negro y peludo, del cual desplegaba sus alas, las cuales no pude observar bien, debido a la velocidad con que se agitaban mientras estaba posada sobre mí, provocándome un gran terror, su cabeza era muy grande, sus ojos eran de un negro profundo, sus omatidios eran cautivantes y casi hipnóticos. Por un momento fue como si el mundo se detuviera, mis sensaciones corporales desaparecieron mientras estaba cada vez más inmerso en la oscuridad de sus ojos. Pensé que estaba muriendo, ya se no sentía nada; no veía y no escuchaba el maldito zumbido, sin embargo, estaba equivocado, súbitamente el dolor y el ahogo además del terror volvieron junto con el zumbido ensordecedor que trastornaba mi mente, al mismo tiempo aparecían distintas figuras en la oscuridad profunda de aquellas celdas dentro de sus ojos negros. Parecía que el alivio momentáneo fue una obra macabra de este ser para castigarme con más fuerza, abandoné toda esperanza de sobrevivir, a medida que las imágenes se esclarecen mi cuerpo sufría el aplastamiento producido por este insecto y mi mente estaba a punto de colapsar.

Ante mí, empezaron a aparecer ciudades lejanas y desconocidas para mí, las imágenes eran distintas en cada una de las celdas y cambian muy rápidamente ante mi asombro, sin embargo, fuera donde fuera siempre tenían el mismo contenido, miles de miles de avispas invaden pueblos y ciudades enteras, atacando e infectando a todas las personas, algunos se volvían locos por el zumbido y su destino era peor que el de un enfermo mental, se convierten en caminantes sin alma, perdidos y absortos en conductas repetitivas carentes de objetivo alguno y con la totalidad de sus ojos cubiertos por una capa color negro que les daba un aspecto aterrador. Otros no corrían con tanta suerte, miles de picaduras brutales los dejaban muertos casi de inmediato y a otros se les veía llenos de un líquido verde y viscoso que provenía de las entrañas de estos horribles insectos, para algunos el líquido era demasiado y como si fuera un ácido iba disolviendo sus cuerpos dejando poco más que despojos y un charco de sangre verduzca en el piso. Otros eran infectados y desarrollan bulbos dolorosos que explotaban con el mínimo roce, propagando esta peste entre sus cuidadores y allegados. La escena se repitió muchas veces, me embargaba una profunda tristeza y un terrible horror al verlas. Poco a poco la oscuridad volvió a reinar y tomé consciencia del zumbido y del ser que estaba sobre mí, ya no podía respirar y sentía cómo me sangraban las orejas por el dolor que me provocaba aquel sonido infernal.

Fue aterrador sentir su regurgitar, de pronto me invadió la sensación de una quemadura horrible sobre mi cara, fue como si un torrente de ácido recorriera todo el mi cuerpo, contaminando y quemando por fuera y por dentro mis entrañas, atravesando la piel tan profundamente que fue llegando a mis órganos internos.

Bzzzz bzzzz, fue el último zumbido y todo acabó, pude moverme y terminé de despertar dando un salto fuera de la cama, ya en el piso noté como todo parecía haber sido una alucinación, como mi cuerpo estaba empapado en sudor y mi corazón bajaba su ritmo lentamente, sin embargo, ahí estaba el maldito zumbido, cada vez más leve y alejándose.

Los alienistas le llamaban parálisis del sueño yo por mi parte, estaba seguro que se trataba de un mensaje, ya había experimentado esta sensación antes, sin embargo, no a este nivel de intensidad y realismo, la frecuencia de estas crisis venía en aumento desde que llegué a la tierra de las pirámides y su intensidad desde que comenzamos la excavación en los alrededores de la cripta. 

            Logré dar con la ubicación precisa mediante una carta anónima que recibí en mi despacho, al principio no le tomé mucha importancia, sin embargo, conversando con otros arqueólogos y estudiosos de lo paranormal, decidí darle una oportunidad e iniciar la búsqueda. Me llamó poderosamente la atención la imagen de una persona sin rostro que aparecía en el mapa, no logré descubrir nada de su significado, lo cierto es que esta imagen aparecía en la entrada de esta misteriosa cripta, por lo que estábamos en el lugar correcto.

            No había terminado de estabilizar mis emociones, luego de esta terrible experiencia, cuando comenzaron a llamar a la puerta desesperadamente, era uno de los ayudantes locales y aunque no conocía su lenguaje era evidente que quería que lo siguiera al lugar de la excavación con urgencia.

            Le hice señas para que me esperara, cerré la puerta y me senté unos instantes para calmarme un poco. Mi mente trataba de darle una explicación lógica a la experiencia, sin embargo, solo me embargaba la zozobra y el temor ya que mis síntomas no coincidían del todo con lo que me dijo el alienista. Además, las coincidencias entre la carta, la cripta, la imagen sin rostro y la intensidad de estos ataques no calzaban, algo más me estaba sucediendo y no podía explicarlo. 

            Bebí la poción que me habían recetado para los nervios, me vestí y procedí a seguir al ayudante. Este tenía cara larga y quemada por el sol, era muy flaco y parecía que tenía alguna enfermedad, lo que más me intrigaba era cómo cambiaba su semblante al acercarnos a la excavación, no le podía entender lo que iba hablando, pero sí su expresión de horror. 

Al cabo de unos minutos llegamos a la excavación, pasamos por el túnel de piedra que guiaba a su interior, sus paredes y techo estaban llenos de glifos extraños que no podíamos comprender. Llegamos al punto en el que hace un  tiempo permanecía detenido el trabajo, nos encontramos con un camino al parecer sin salida rodeado de piedra sólida, no había notado ninguna diferencia hasta que el ayudante me señaló uno de los glifos en la pared de roca, parecía suelto y de un tono más oscuro al de los demás, procedí a tocarlo e instantáneamente se hizo una abertura en el suelo, acompañada del crujir de las piedras y de lo que imaginamos era una antigua maquinaria oculta que movía sus engranajes para dar paso a este nuevo aposento. Estaba muy oscuro y un fuerte olor fétido y nauseabundo invadió el túnel, olía a muerte y generaba un sentimiento de desesperanza y desolación al mismo tiempo. 

Apenas pude mantenerme en pie del asco que sentía, lancé una antorcha por la abertura y cayó unos diez metros más abajo, iluminando lo que parecía ser una cámara mortuoria ya que se podía observar algo parecido a una urna de piedra y glifos de colores muy intensos y totalmente diferentes a los que decoraban el túnel. de inmediato, excitado por el hallazgo, salí corriendo a buscar una cuerda y a tomar aire mientras se ventilaba la cámara de esa hediondez. Al cabo de unos minutos volví con la cuerda y con ayuda, bajé hasta el piso de la cámara, ya habían arrojado gran cantidad de antorchas, por lo que se podía apreciar con claridad y gran detalle los glifos y pinturas de las paredes, estas mostraban caos y destrucción, al parecer estas pinturas rupestres contaban una misma historia en múltiples civilizaciones, imágenes de insectos, plaga, muerte y destrucción y cada una de ellas encabezada por esta figura misteriosa sin rostro. 

Me entretuve un rato observando estas imágenes hasta que presté atención a la urna que se encontraba en el centro, era una vasija de piedra inmensa con cuatro asas de oro incrustadas, encima se encontraba su tapa la cual tenía la misma imagen de este ser sin rostro, a diferencia de la imagen de las paredes, el rostro oscuro parecía no tener fondo y moverse.

Quedé fascinado con aquella imagen y me fui absorbiendo en su oscura inmensidad, poco a poco una extraña energía tomaba control de mi cuerpo y me obligaba a tomar la urna, traté con todas mis fuerzas de evitarlo, pero me fue imposible. Una vez que posé mis manos sobre dos de aquellas asas, sentí el fluir de toda mi sangre por mis venas, fuerte y rítmico, comencé a sentirme cada vez más inmerso en la oscuridad de aquella cara y poco a poco fui perdiendo noción del tiempo y espacio, era como si ya no estuviera en aquella cripta ni en aquella época.

Fui transportado a múltiples etapas de la historia, a las diferentes épocas que estaban pintadas en aquellas paredes, fui testigo presencial de aquellas masacres, pestes y destrucción de cada una de las civilizaciones, a mi lado, estaba de pie la figura sin rostro, ahora vestido con una túnica blanca, guiándome en este viaje al pasado como si me estuviera mostrando el futuro sin decir palabra alguna.

Bzzzz bzzzz

Las imágenes se fueron desvaneciendo y de nuevo comencé a sentir asfixia y opresión en mi pecho, sin darme cuenta, al levantar la urna había activado una especie de trampa, me encontraba dentro de una fosa que se había llenado de arena cubriéndome hasta el cuello, no podía respirar, el peso de de la arena me oprimía el cuerpo. Observé en el piso la urna abierta y como de ella salían miles y miles de pequeños insectos, a mi mente volvieron las imágenes del terrible sueño de la noche anterior, volví a sentir el alucinante aleteo de aquella avispa gigante sobre mi pecho, el recuerdo de las miles de celdas en sus ojos y sus imágenes de destrucción, asaltaron mi mente y comprendí con horror, que aquel sueño era una profecía de lo que estaba por venir, era una advertencia para alejarme de la cripta y dejar la expedición, ya era muy tarde, esta vez no era una avispa gigante sino cientos de ellas las que rodeaban mi cabeza y su aleteo conjunto creaban un ruido ensordecedor y alucinante. Comenzó el dolor, ya la asfixia importaba poco, todas al mismo tiempo comenzaron a regurgitar sobre mi cabeza y cara aquel líquido verde y sentí como mi piel se deshacía junto a mis ojos, comprendí que era el final y que había desatado el caos nuevamente en la humanidad

De repente pude ver mi cráneo y sentí terror, nada tenía sentido, parecía ser un espíritu, pero de alguna manera sentía emociones, a mi lado se encontraba aquella extraña figura sin rostro, quieta sin moverse ni hacer nada, solo estaba allí.

Observé cómo encontraron los cuerpos mutilados de los ayudantes de la expedición, así como mi cráneo completamente limpio de carne sobre la arena de aquella misteriosa cámara, asumieron que era de mi cabeza, ya que, bajo la arena, encontraron mi cuerpo sangrante decapitado, más no se explicaban lo sucedido. 

Pude leer mis notas arqueológicas en mi diario, en las que había documentado pinturas rupestres que denotaban calamidades y destrucción, sin embargo, las personas que lo encontraron parecían ver sólo páginas en blanco, la cámara situada al final de un túnel ahora era sólo de piedra simple, nada de lo que yo había descrito o visto antes estaba ahí, pensaron que el lugar estaba maldito y decidieron cerrar la cripta.

 Después la escena de mi propia muerte se repitió una y otra vez ante mis ojos y como si tuviera los ojos de aquel maldito insecto nuevamente frente a mí, se sumaron las imágenes de ciudades enteras sucumbiendo ante la peste, muertos contados por miles, sobrevivientes que tratan de combatirla con poco éxito y muchos enfermos aislados esperando su doloroso final.

Todo esto me lo mostraba aquella figura, era mi castigo ser el testigo eterno de esta nueva era de oscuridad que yo mismo había desatado.

©Copyright Esteban Villalobos para Círculo de Lovecraft, Junio 2018.

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