lunes, 13 de julio de 2020

Primera luna llena de verano - José del Caño: El temor a la utopía

Ilustración de Donato Giancola

El escritor Isaac Asimov (1920-1992) dejó un gran legado, un legado que restructuró a lo largo de la década de los años ochenta con el objetivo de unificar sus dos grandes sagas: el ciclo de las Fundaciones y la serie de los Robots. Igualmente, de todo esa herencia (sin contar su amplia aportación desde la vertiente de la divulgación científica), también cabe destacar la materialización de las Tres Leyes de la Robótica, la exploración y explotación de la filosofía que reina entre el creador (el hombre) y la creación o el hijo menor (es decir, la máquina, el androide). Este pensamiento ha sido expuesto en múltiples obras que han fabulado sobre esa vinculación, sobre qué es lo correcto y qué es ser humano. 

Esta es una de las premisas que utiliza el escritor español José del Caño en su obra Primera luna llena de verano, un claro ejemplo de cómo profundizar en la Ley Cero de la Robótica, expuesta por Asimov (principalmente) a través de dos de sus androides característicos: R. Giskard y R. Daneel Olivaw. Así pues, profundicemos en la obra de este autor vallisoletano, en donde nada es lo que parece y el reflejo que se presenta de la humanidad no es el más bondadoso que existe. 

"Un robot no hará daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño". 
- Isaac Asimov (Ley Cero de la Robótica)

José del Caño se introduce en el campo de la ficción especulativa con Primera luna llena de verano, novela corta editada por la editorial Con Pluma y Píxel, y lo hace reflexionando sobre el devenir de la humanidad; una que reside en un mundo apocalíptico que ha sufrido las consecuencias sociales y medioambientales que se derivan de una sociedad llena de odio, movida por el interés, la ambición y el poder;  un poder que, para desarrollarse "de facto", debe acabar con los ideales y los valores de lo que es ser "humano". Todo esto se plantea a través de la visión de su protagonista: Horower. Alguien que, por causas desconocidas, ha vivido siglos, luchando, amando y llorando la pérdida de cientos de miles de personas y que, ahora, en un mundo sometido a la entropía, consigue llegar a una insólita ciudad/bastión de lo que queda "humanizado".

Estos primeros compases de la historia se presentan con un eje interesante de narración. En primer lugar lo hace por la figura del humano inmortal que actúa como "sabio arcano renovado"; un Salomón eterno que será la voz reflexiva del equilibrio entre lo correcto y lo inmoral.  Será él quien experimente un proceso mágico (a lo largo de las 136 páginas que reúne el volumen): desde la bajada a los "infiernos" (casi literal), hasta el ascenso heroico que todo adalid necesita para reconstruirse y edificar el mundo y la sociedad que, entorno suyo, germinan; un viaje iniciático que el mitólogo Joseph Campbell resumiría de "necesario para que se cumpla el patrón básico del monomito del periplo" (Viaje del Héroe). 

 Su estilo, además, presenta las mecánicas narrativas básicas para que el relato funcione y pueda conectar con el lector, aunque a veces las secuencias se nos quedan como "en ralentí"..., sin ese empujoncito final que daría vigor a la trama. Capta nuestra atención, eso sí, la calidad escenográfica y el enfoque edulcorado del ideario que está siempre presente: el ser humano, que actúa como Dios-Creador, y su creación, la máquina.

Por otro lado, como hemos comentado al principio, la existencia de los robots es relevante a lo largo de toda la historia, incluso cuando este aspecto se ubica "entre bastidores": desde el comienzo de la obra se establece la perspectiva de que el ser humano llega a crear a los bots con el precedente de tenerlos como "hijos menores" que velarán por sus progenitores. Pero, un día se produce un éxodo masivo de androides y... (en toda la obra se profundiza en aspectos de corte ético/filosófico).

 Ilustración de Virgil Finlay (1914-1971)

Al ser una primera novela, quizás esté cargada de clichés (estructuración de personajes, acciones y situaciones predecibles...) Quizás sea el final lo más sorprendente de la trama (gran "vuelta de tuerca", que diría M. R. James): un truco formidable el trastocar así las pilastras narrativas y salir airoso de la nueva visión que se plantea.


Resumiendo: la obra Primera luna llena de verano de José del Caño es una correcta incursión en la maravilla fantástica de la ciencia ficción, que, de seguro, servirá para que el autor siga expandiendo su imaginario creativo y su pasión (innegable) por el género especulativo.

 Ilustración de Eando Binder

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