sábado, 13 de junio de 2020

Emilia Pardo Bazán: Entre sacamantecas y brujas



Reconocemos que cuando la editorial Cazador de Ratas nos ofreció la posibilidad de reseñar -inmensamente agradecid@s por la deferencia- dos obras de la gran Emilia de Pardo Bazán, la novela El saludo de las brujas (1899) y tres pequeños relatos -de entre los más de quinientos que escribió- en formato bolsilibro, editados como El destripador de antaño y otros cuentos, en nosotr@s surgió esa indescriptible sensación que mixtura un épico regocijo con una ingente temeridad, pues no es esta autora sino una más del palmarés de escritores a los que admiramos y queremos, no solo por la ingente capacidad literaria/creativa -casi como del quattrocento- que ejerció a lo largo de toda su trayectoria artística -novela, ensayo, obras dramáticas, poesía, artículos, libros de viajes, traducciones..., e inclusive, trabajo editorial (al comandar y sufragar el tan criticado diario independiente de pensamiento sociopolítico El cuento semanal)-, sino también por los valores humanos en los que basó su vida y que, acertadamente o no, defendió hasta sus últimas consecuencias -lo que la hizo estar siempre presente en el disparadero colectivo de la crítica artística, ética y social, de los unos y de los otros-. 

Dicho lo cual, y si sumamos el hecho de que hablamos de una mujer, en la España del mediados del XIX y primer cuarto del siglo XX (1851-1921), demás está decir que constituye para Círculo de Lovecraft un indefectible orgullo el haber podido trabajar con dos de sus obras. Obras que, pese a no perder nunca ese sello suyo, romántico/realista, tan identificativo, se encuadran en contextualizaciones bien distintas que, subjetivamente hablando, las hacen diferentes. Y ¡no!, la cuestión no resulta de la extensión argumental o estilística... es más una cuestión anímica, de aproximación simbólica o naturalista al enfoque creativo. 

En Un destripador de antaño y otros cuentos nos topamos con tres relatos increíbles... El primero, que da título a la antología, se hallaba incluido en su colección Historias y cuentos de Galicia (1900); Vampiro (1901) y Bajo la losa, que pertenece a su serie Cuentos de la Tierra (1888). Es en estos relatos en donde Bazán nos arrebata el juicio y nubla los sentidos, porque, con la maestría lírico/narrativa que la caracteriza, aúna crueldad y belleza, vileza y honestidad -empleando una adjetivización profusa (no en vano es la "madre del naturalismo ibérico")- que la lleva a atormentarnos con tramas pesadillescas que reelaboran los tópicos de terror; tópicos que adapta al ambiente castizo -de usos y costumbres- de su amada tierra gallega. 

Es en ellos en donde la autora escoge con mesura las palabras -que rima y con las que hilaza y edifica complejas estructuras sintácticas- para hacerse abanderada de los dramas y causas sociales -el proletariado, la vida rural y la situación de la mujer- que reflejan el ambiente hosco, pétreo y hostil que se vivía en la España de la época. Sus protagonistas, mayormente femeninos -a veces verdugos, las más, víctimas- expresan, de forma sutil y desgarrada, ese naturalismo de Émile Zola -que tanto la sedujo- que ha hecho que sus cuentos se tengan por verdaderos "ensayos fisiológicos" que demuestran la influencia del medio sobre el desarrollo, a todos los niveles, del individuo; individuo que es aquí paradigma de dolor e incapacidad, de padecimiento: hambre, miedo o castigo -que experimenta con una brutalidad cuasi "asnal"- que, desde el principio, se masca en el ambiente -ominoso y tétrico, boscoso- pero que no llega a redundar en lo soez o macabro -pese a la crudeza que exhiben sus historias-. Una obra excelente; un lujo para los amantes de los relatos, ya sea de los de sus primeros años -La dama joven y otros cuentos (1885), por ejemplo- o de sus composiciones más postreras -Cuentos trágicos (1912)-. 

El saludo de las brujas se encuadra dentro de sus más de cuarenta novelas conclusas. En ella, y a nuestro parecer, la autora consigue rasgar -un mucho- ese "naturalismo Zolista" que tanto se hace de notar en sus cuentos de costumbres. No obstante y aunque cierto es que su estilo es definitorio y definitivo: prosa/lírica, realismo que atraca en activismo social -abrazando siempre su carácter reformador y crítico-, es esta una obra que evoluciona hacia dosis mayores de espiritualismo, de detracción moral y remordimientos ético/religiosos. No en vano, la propia Pardo Bazán escribió, en su ensayo de 1887, La revolución y la novela en Rusia, acerca de la importancia de lo simbólico: 

"El elemento espiritualista de la novela rusa es para mí uno de sus méritos más significativos [...] los realistas franceses ignoran la mejor parte de la humanidad que es el espíritu..." 

Es un libro lírico, de tramoya urbanita, en donde la intriga se enhebra gracias a los prejuicios de clase y las aprehensiones morales que derivan en matrimonios pactados que, a la postre, desembocan en amores trágicos que ondean en limbos..., entre sombras -muy autobiográfico, muy característico de Bazán ("mujer precoz" y que experimentó de lo uno y de lo otro: la conveniencia de una unión y el amor libre)- y que encontramos en otras obras suyas tales como: La cuestión palpitante (1883, ensayo) o la propia La dama joven, anteriormente citada. No es de recibo nombrar su patetismo, siempre inherente, sutilmente mostrado... quizá el propio que desarrolla una mujer adelantada a su tiempo que se conoce sabedora del sacrificio y renuncia que supone vivir al filo de lo que no se considera aceptable. Tal cual argüía: 

"... un error momentáneo de los sentidos, fruto de las circunstancias imprevistas..." 

Y es éste, como tal, el verdadero argumento de El saludo de las brujas; mas, no obstante, ¿qué fue su autora sino una bruja? Una mujer culta, de pensamiento crítico y que vivió y luchó según sus convicciones momentáneas; una mujer que escogió su destino y que, hasta su último aliento, se hizo libre: una Mary Shelley hispana, injustamente tratada -por críticos y literatos- e inmerecidamente leída.

Fragmento de ‘Fantasy Based on Goethe’s Faust’, de Theodor von Holst (1810-1844)

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