sábado, 6 de junio de 2020

El Anacronópete: Así empezó la literatura a viajar en el tiempo


“El Anacronópete, que es una especie de arca de Noé, debe su nombre a tres voces griegas: Ana, que significa hacia atrás; crono, el tiempo, y petes, el que vuela, justificando así su misión de volar hacia atrás en el tiempo.” 
Esta es la descripción que Enrique Gaspar (1842-1902), autor del texto que hoy nos ocupa, da sobre su máquina para viajar en el tiempo. Y no es poco ingenioso para el año 1887, fecha de publicación de la obra. La bombilla es apenas un experimento, el padre de la Teoría de la Relatividad no es más que un niño, nada parecido a un avión ha surcado nuestros cielos, y el viaje en el tiempo no ha sido tratado en la literatura especulativa más que como resultado de la magia, las drogas alquímicas o la intervención de entes sobrenaturales. 

El electrón aún no ha sido descubierto, hace apenas unas décadas que Mary Shelley hizo nacer la ciencia ficción con su “Frankenstein o el moderno Prometeo”, la idea del teseracto y otras figuras interdimensionales sólo es una especulación de matemáticos atrevidos... vaya, si la máquina de vapor es una novedad que está cambiando el mundo a toda velocidad. Es en ese momento cuando Enrique Gaspar publica la primera obra narrativa que habla de viajes en el tiempo. Lo hace en un formato más propio del teatro o la zarzuela, su campo de trabajo habitual, y con varios puntos de interés que me gustaría tocar si tú, paciente lector, me regalas algo de ese tiempo. 

Empezaré por decir que la solidez del invento es digna de admirar. A diferencia de la mucho más popular máquina que Wells crea diez años después, el Anacronópete puede moverse en el tiempo y en el espacio. Es decir, que vuela, que sube, que baja y que se desplaza en las tres dimensiones intuitivamente conocidas. Una aeronave autónoma en todos los sentidos. Recordemos que el artefacto de Wells, como otros posteriores, tan sólo cruza el tiempo, aunque puede que eso fuese un recurso del amigo H.G. para lograr ciertas escenas de tensión. 

Fragmento de la portada de Kevin Tong para 'La máquina del tiempo' (H. G. Wells)

Don Sindulfo, creador del invento y uno de los protagonistas de la obra, nos contará cómo funciona su máquina; básicamente liga el desarrollo del Tiempo al movimiento de la Tierra, como si el flujo temporal estuviese atado al planeta por la gravedad y hubiese una correspondencia entre el día y la rotación. La nave, por tanto, ha de elevarse hasta un punto en que la atracción gravitatoria sea menor y, moviéndose siempre en sentido contrario a la rotación terrestre, hacerlo a mayor velocidad de la que el Tiempo avanza. Si nos movemos en sentido contrario al tiempo y al doble de su velocidad, retrocederemos dos días en lugar de avanzar uno. Si nos movemos en sentido contrario al tiempo y a cuatro veces su velocidad, retrocederemos cuatro días en lugar de avanzar uno. Es una simplificación de la teoría de don Sindulfo, pero viene a resumirla bien. Y tiene cierta coherencia a día de hoy, 2020, cuando la Física está dispuesta a creer que el horizonte de sucesos de un agujero negro supermasivo destruye el concepto de tiempo a base de gravedad y velocidad, o que los agujeros de gusano son teóricamente posibles por parejas razones, y que las cuatro fuerzas que sostienen el Universo se relacionan de similar manera, hablemos de partículas o de galaxias, basando sus interacciones en fuerzas de atracción, de repulsión y de intercambio de energías. 

Por supuesto, yo no soy un físico teórico ni nada así; apenas un juntaletras inquieto, pero creo que puedo defender sin temor al ridículo la verosimilitud de la teoría. Ojo, no su exactitud, sino su capacidad de resultar creíble, coherente a lo largo de toda la novela y defendida con brillantez. Paradojas o problemas teóricos de todo tipo, como el posible cambio del futuro cuando actuamos en el pasado, o el cambio en la edad de los tripulantes durante sus viajes adelante y atrás en el continuo temporal, son resueltos con brillantez y sin perder la teoría fundamental. Y lo consigue con cómicas situaciones, dignas del mejor sainete. 

En cuanto a su argumento y personajes, El Anacronópete usa recursos muy clásicos, muy de la literatura castellana; el tutor rico y maduro que quiere casarse con su pupila, la cual está enamorada de un hombre de su edad pero pobre y sin peso social; la historia de amor paralela entre las “clases bajas”, encarnadas por la criada de la pupila y el asistente del héroe romántico; una comedia de enredo con paralelismos entre las diferentes clases sociales, que además tendrán enfrentamientos morales capaces de dar pie a debates políticos. Y es que Gaspar, como muchos otros autores españoles, usará el humor para manifestar una fuerte crítica social, una reivindicación de los derechos de la mujer, de la igualdad social y de oportunidades, de la necesidad de acabar con los privilegios de clase para afianzar el progreso. Reivindicaciones ya presentes en su obra teatral y que pueden explicar la poca promoción que obtuvo su novela en una sociedad aún cerrada al cambio. 



Si nos centramos en la historia, en lo que los juntaletras llamamos “el conflicto”, El Anacronópete nos cuenta cómo don Sindulfo pretende viajar al pasado, hasta una época en que la ley le permita casarse con su joven protegida, que por supuesto no está enamorada de él sino de un aguerrido soldado. Acompañados del soldado y unos cuantos de sus húsares, de la deslenguada pero sincera criada, de un amigo de Sindulfo con pensamientos muy científicos, y hasta de un buen número de prostitutas francesas, los protagonistas recorrerán diferentes épocas, asistirán a no pocos acontecimientos históricos, tratarán de matarse unos a otros y hasta descubrirán el secreto de la Creación. Lo que no es poco, si el autor consigue, como es el caso, salpicarlo de escenas de acción, celos, confabulaciones, tensión narrativa, diálogos ágiles y chispeantes, unas pizcas de suave erotismo y un montón de crítica a la sociedad que le ha tocado vivir. 

Por tanto, una obra sin desperdicio, injustamente olvidada, incluso escondida, por una sociedad de mente cerrada, y que merece su lugar de honor en la ficción científica y en el corazón de los lectores de mente abierta. 
Ojalá mis humildes palabras y mi recomendación sirvan para que siquiera una persona, un nuevo lector, se acerque a ella y la disfrute. 

Está a tu disposición, mi paciente lector, en este enlace de la BIBLIOTECA DIGITAL MIGUEL DE CERVANTES

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